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¡Tierras de aventura, sabores y cultura!.
Lo primero que me venía a la mente sobre el norte de Veracruz era El Tajín y fue hasta que gracias a la invitación por parte de la secretaría de turismo de dicho estado pude descubrir que esa zona es mucho más que eso, es fusión de cultura y gastronomía, es tradición, historia y mucha belleza natural que nos permite vivir momentos llenos de aventura, una tierra rica.
Acompáñame en este relato de tres días donde pude conocer más de los rincones que hay en la región totonaca y algo de todo lo que se puede hacer ahí.
Una hora fue lo que duró el vuelo de Ciudad de México a Poza Rica (en auto se hace poco menos de 3 hrs), así es, de hecho salí temprano desde Oaxaca y a la hora de la comida ya estaba ahí. No sabía lo bien que estaba conectada la ciudad y de haber sabido hubiera ido antes, lo desconocía pero ahora ya lo sabemos.
Llegando nos dirigimos derecho y sin escalas al Parque Takilhsukut ubicado a 20 km de Poza Rica en dirección a Papantla. Este es un espacio vivo que alberga el Centro de Artes Indígenas declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad cuyo objetivo es enseñar y conservar la cultura Totonaca. Este es además un lugar de actividades artísticas, espirituales, tradicionales, ecológicas, lúdicas y musicales del cual te quiero platicar detalladamente porque vale la pena, ya verás.
El parque está dividido en varias áreas y la primera que visitamos fue Kantijan, la casa de los abuelos. Al llegar una abuela se levantó para recibirnos uno a uno con incienso y rezos a un costado del altar, abuelos y abuelas estaban en una hilera de sillas esperándonos para sentarnos con ellos, ya en nuestros lugares comenzaron a platicar un poco sobre ellos y sus tareas como abuelos, nos dieron consejos para la vida, palabras hermosas llenas de sabiduría y sobre todo cariño, no pude evitar recordar a mis abuelos que por cierto extraño y pienso seguido. Al terminar la charla nos levantamos y nos despedimos de cada uno de ellos para recibir una bendición y un abrazo para reconfortarnos el alma.
Continuamos el recorrido por el parque para visitar algunas de las casas como por ejemplo la de alfarería tradicional totonaca donde nos mostraron el proceso de elaboración de cada pieza así como los tipos de materiales y arcillas empleados. De ahí nos fuimos a la casa de la cocina tradicional para platicar con Martha Gómez una cocinera tradicional o cocinera de humo (como se hace llamar), ella nos contó sobre la comida de la región mientras otras cocineras preparaban en el comal unos deliciosos bocoles que probé por primera vez, se tratan de unas tortillas gruesas de masa de maíz mezclada con manteca y cocidas en un comal, suelen rellenarse de queso, chicharrón, carne deshebrada u otro guiso, una delicia.
Debido a su labor de preservar y transmitir las expresiones de la identidad totonaca, el Centro de las Artes Indígenas se incluyó en la Lista Mundial de Mejores Prácticas de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en el 2012, espacio donde a lo largo del año, los maestros tradicionales enseñan a los niños y jóvenes las prácticas y los rituales que le dan forma a la identidad totonaca. Creo que este modelo de preservación de la cultura a través de los adultos mayores debería replicarse en muchos lugares más, me pareció una gran proyecto.
Aquellos bocoles fueron sólo una entrada porque saliendo de ahí nos dirigimos a comer a un restaurante muy cerca y rico, Tajín Chico. Ahí probamos la cazuela papanteca y la totonaca (pollo y puerco) a base de moles y acompañado de arroz, también probé los pulacles, deliciosos tamales de frijol envueltos en hoja de plátano. Ya me dio hambre, me pasa siempre que escribo y llego a la parte de comida.
Comimos tanto y tan bien que necesitábamos ahora caminar un poco así es que aprovechamos para ir a Papantla y recorrer su centro y su plaza central para llegar a toparnos con el famoso e imponente mural homenaje a la cultura totonaca, realizado por el profesor Teodoro Cano, a un costado visitamos la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción que data del siglo XVIII y perteneciente a la orden franciscana. Ahí mismo recorrimos tiendas de artesanías y donde venden vainilla, producto famoso de la región, así es que si vas no dejes de comprar para llevar a casa o para regalar. El último punto a visitar fue el Monumento al Volador ubicado en lo alto de un cerro y que permite apreciar desde ahí una vista panorámica del pueblo. Advertencia, la subida a pie es cansada.
Como buen admirador del arte urbano, no podía quedarme con las ganas de retratar las piezas del artista papanteco Pepe Martínez que están en el primer cuadro y que retrata de forma creativa y colorida las raíces y costumbres de su tierra.
Comenzó a caer la noche y regresamos para ir al Hotel Poza Rica Inn, un lindo hotel muy cómodo y espacioso con lindas áreas verdes, ahí dejamos las cosas y nos cambiamos para salir, nos habían dicho que sobre la calle 20 de Noviembre hay buena vida nocturna y fuimos a comprobarlo.
Elegimos ir a tomar algo y cenar en Bendita Barra Cantina, un lugar con una amplia carta y buen ambiente, la verdad muy recomendable. ¿Sabes qué probé ahí? ¡Un mezcal con un pequeño alacrán! Y si, me lo comí, bueno, confieso que en realidad me lo tragué. En fin, que bueno que ese día estábamos cansados e íbamos a ir sólo un rato, nos quedamos ahí más de lo planeado y es que al día siguiente debíamos continuar desde temprano y en realidad estaba como niño chiquito de emocionado, al día siguiente iría a conocer un lugar que añoraba visitar desde hace mucho tiempo.
Luego de un buen y delicioso desayuno en el hotel salimos con destino a la Ciudad del Dios Trueno, les hablo de la grande e imponente zona arqueológica de El Tajín que se mantuvo activa como zona comercial y agrícola hasta el año 1200 d.C. pues su ubicación era estratégica entre el Golfo de México y la región central del país.
Tuvimos suerte que ese día habían algunas nubes y por haber ido temprano y entre semana, pudimos recorrer el sitio con calma para poder disfrutarlo, recorrerlo y fotografiarlo. Que lugar tan maravilloso, estaba en realidad emocionado y es que además es enorme, es uno de los lugares con más número de juegos de pelota (17) después de Cantona en Puebla (24).
Caminando llegamos a la que es quizás el basamento más emblemático del sitio, la Pirámide de los Nichos decorado con 365 de ellos, una verdadera maravilla en medio de la selva. ¿Tú ya conoces?.
Fue momento de volver a tomar camino para ir hacia Tlapacoyan, las emociones aun no terminaban, era hora de ir con los amigos de Titanes Adventure Camp para hacer un recorrido en balsa por los rápidos. Una vez ahí nos explicaron el recorrido, las fases y las medidas de seguridad, ya bien informados con chaleco y casco puesto comenzamos la expedición que estuvo emocionante de inicio a fin y lo digo porque recién iniciábamos, comenzamos a remar contra corriente para dirigirnos al inicio de un cañón ubicado detrás de nosotros, algo espectacular, estábamos remando entre angostos muros naturales de más de 130 metros de altura que nos llevarían a la espectacular Cascada del Encanto enmarcada con rayos de luz que se filtraban y acentuaban con la brisa creando así un escenario asombroso. Para acercarnos a esa caída de agua hicimos la maniobra de subir a unas rocas para luego meternos en la corriente y cruzar caminando, la balsa mientras permanecía amarrada, esta divertida odisea bien vale la pena, además la mojada nos refrescó.
Dejamos la cascada atrás comenzar ahora si el descenso por el río Alseseca mientras admirábamos hermosos paisajes a un lado de praderas y cañadas tupidas de vegetación y varias aves que nunca había visto antes. Un poco más adelante el río se una a la corriente del río Filobobos creando una corriente más abundante que le da al recorrido un toque de emoción y adrenalina, el recorrido fue de 9 km en total y duró poco más de dos horas, tiempo que se fue volando.
Tercer y último día, este fue dedicado a conocer un poco más de la historia de Poza Rica y su gastronomía, comenzando por aprender un poco sobre los inicios y el auge petrolero a través de interesantes fotografías. Todo esto vino después acompañado de una visita a una planta de perforación petrolera ideal para practicantes o visitas.
Descubre aquí otra bella región de Veracruz llena de aroma, color y aventura.
Para terminar el viaje no podríamos dejar de ir al mercado 27 de Septiembre para probar auténtica comida de la región, ahí los locatarios fueron de lo más amable con nosotros. Probamos una delicia, el tamal de tamales: El zacahuil, un gran tamal relleno de maíz, con una salsa de chiles y carne de puerco envuelto en hojas de plátano, de ahí pueden comer hasta 100 personas. Este pato lo acompañe con agua fresca de jobo, una rica fruta que nunca antes había probado y ya extraño. Ahí en el mercado hay una gran cantidad de puestos, el problema será elegir uno y es que el secreto de la variedad gastronómica como me dijo José Alfredo Cervantes de Café Manolo es que aún siendo Poza Rica una de las ciudades más jóvenes del País se nutrió de la savia de trabajadores venidos de todos los estados e incluso del extranjero quienes al asentarse trajeron sus sabores de origen.
Vaya que esta fue una muy grata experiencia, ahora si, me voy con la panza súper llena, corazón muy contento.
Por cierto, checa este video que hice por allá.
Ya por último, si andas en Poza Rica o vas a ir, cómete unos esquites de la 20 o unos mariscos en Restaurante Enrique por mi.
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