[vc_row][vc_column width=»1/6″][/vc_column][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]¡Alcánzame en Siberia!.
‘Vas a morir de frío’ me decían algunos previo a mi viaje a Siberia y es que quizás se conoce poco y pareciera que ahí solo hay nieve. Mi experiencia estuvo llena de gratas sorpresas, gente muy amable y nuevas cosas que me cambiaron mi percepción.
Tuve la fortuna de ser seleccionado como uno de los participantes del 4° viaje del proyecto digital ‘Follow Up Siberia’ que patrocina la empresa Nornickel y el canal Euronews TV para conocer más sobre esta remota y poco conocida región del país previo a la Universiada de Invierno 2019 que se llevará a cabo en la ciudad de Krasnoyarsk durante Marzo del 2019.
Datos sobre Siberia.
Antes de entrar en detalles sobre mi experiencia en este viaje, quisiera compartirles información clara sobre Siberia y entender mejor lo que les quiero compartir.
Siberia no es sólo el norte del país, tampoco es un estado o división de tipo política o administrativa, en realidad se trata de la vasta región asiática oriental que en realidad abarca el 76% de la superficie total del país y donde curiosamente sólo habita el 26% de los rusos.
Por ser tan grande, Siberia tiene muchos climas, en el sur el verano es soleado con temperaturas de hasta 14ºC y torna sus campos verdes y coloridos con la flora del lugar, el invierno los torna completamente diferentes, como si fueran dos destinos.
Destino: Belokúrija.
Para llegar a mi destino final tuve que volar desde la Ciudad de Oaxaca con escala en Ciudad de México, París, Moscú y Barnaul (capital de la región de Altái) para luego conducir finalmente 3 horas y llegar a Belokúrija, nuestro destino final. Un total de 29 horas de viaje que bien valieron la pena, ya verás.
El equipo.
En este viaje participé junto con los blogueros Joerg de Alemania, Gemma del Reino Unido, Stefanos de Grecia, Stefano de Australia, Robson y Natalie de Brasil, todos grandes y divertidos compañeros de viaje y ahora buenos amigos.
Descubriendo Siberia.
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Desde el día uno estuvimos llenos de diferentes y muy divertidas actividades, lo primero luego de instalarnos en el Bussines-Hotel Rossiya fue subir a la montaña Tserkovka por el telesquí para llegar a un gran punto panorámico a 550 metros de altura, las vistas era espectaculares y la caminata por ahí fue bella, ya había visto nieve antes pero nunca tanta y menos caminar en senderos todos blancos, fue una gran experiencia.
Cayó la noche pero el día aun no terminaba, fue momento de ir a conocer a Anna Beletskaya, la única mujer herrero de Siberia, su creatividad y fuerza la han dado fama y su carisma el cariño de la gente. Luego de enseñarnos su trabajo nos invitó a pasar a su taller para ver su proceso e invitarnos a hacer piezas con ella, vaya que es complejo el trabajo y nada fácil.
¿Dónde terminamos el día? Degustando unas cervezas artesanales acompañadas de quesos y carnes frías mientras comentábamos las anécdotas recientemente vividas mientras nos comenzábamos a conocer mejor.
Día dos y se aproximaba un día lleno de aventuras y nuevos paisajes por explorar, para poder hacer esto tuvimos que hacer un trayecto de 3 horas en auto para dirigirnos hacia el sur (en dirección hacia Kazajistán, China y Mongolia).
Los paisajes eran únicos, campos cubiertos de blanco en un ambiente semi nublado y con un amanecer que pintaba tímidamente el cielo de color, pedimos nos dejara hacer una parada, para nosotros era algo diferente, quizás para los anfitriones se trataba de un sitio tan usual pero accedieron amablemente a nuestra solicitud, contemplamos las vitas, hicimos fotos y volvimos a la camioneta, todavía faltaba una gran trayecto.
Comenzábamos a adentrarnos en una zona montañosa y volvimos a hacer una nueva parada, esas vistas eran bellas por donde uno pusiera la vista, la blancura y los paisajes minimalistas eran imponentes e infinitos.
Llegamos, debíamos abrigarnos bien, venía una caminata épica, algo que tampoco había hecho antes… caminar sobre un río congelado. Estábamos en Chemal, una población a un costado del río Katún que en verano recibe muchas visitas y que en invierno pocos se aventuran a explorar.
-‘¿Qué dice ahí?’- Pregunto uno señalando una de la varias hojas pegadas en distintos árboles. –‘¡Peligro! No caminar sobre el hielo’- respondió Igor, nuestro guía, ‘pero vienen conmigo y soy guía certificado y podemos hacerlo porque conozco’.
Igor se detuvo a la orilla donde la tierra y el hielo se unían, hizo una pausa y nos indicó que camináramos en una sola fila tras el sobre el camino de nieve marcado.
La primera parte se veía oscura, es decir, no era blanca, era un tono azul claro y era la parte más delgada de hielo, ahí había que cruzar despacio, el crujir del hielo de imprimía dramatismo a la aventura, creo que a todos nos pasó por la mente la idea de pisar mal y pasar un mal momento, pero creo nadie lo mencionó. Confiábamos en Igor y sólo nos enfocamos en seguir sus instrucciones. Bueno, hasta el momento en que por ir viendo hacia otro lado me perdí el momento en el que él dijo, cuidado con el pedazo de hielo, el cual estaba en desnivel y no vi, caminé y me tropecé con él, caí sobre el hielo pero con tanta ropa ni el golpe sentí, me puse de pie y seguí como si nada. Iban caminando muy rápido para tantas cosas que ver, rocas nevadas en medio del río congelado, tramos oscuros que era agua sin congelar, altas montañas nevadas rodeándonos, pinos cubiertos de blanco, en resumen estábamos rodeados de puras vistas maravillosas.
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Avanzamos unos 500 metros más hacia una zona de pinos, de pronto al frente se veía unos lagos, los famosos Lagos Azules que tener unos abundantes manantiales no da tiempo a que el agua se congele, el escenario era hermoso, silencioso e impoluto, poner la mirada en el agua despertaba los tonos azules que hacían un contraste único. Ahí nos detuvimos para disfrutarlo y llevárnoslo en la mente. Mucha belleza por procesar. El tiempo voló, era hora de volver, que pena.
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Los bellos paisajes no terminaba, siguieron cuando nos dirigimos a la Isla Patmos (nombrada en honor a la isla griega), ahí se llega a través de un puente colgante que cruza el mismo río Katún para llegar al otro extremo donde se encuentra un bello templo ortodoxo que con sus cruces doradas contrastaban con el cielo azul que nos regaló una bellas vistas.
Continuamos por la zona haciendo senderismo a orillas del río Katún mientras comenzaba a caer la noche, por suerte el cielo seguía ligeramente despejado lo cual nos regaló un bello atardecer.
El día concluyó con una visita a un tradicional Yurt, un tipo de vivienda mongol que se puede montar y desmontar en un par de horas, ahí nos esperaba Alla quien nos platicó de su entorno cultural, historia y por qué no, enseñarnos a tocar algunos de sus instrumentos tradicionales como el komus (un estilo de arpa de boca), algo bastante divertido. La zona montañosa de Altái abarca 4 países y es por eso que podemos encontrar nómadas por toda esta zona.
El tercer día también me tenía preparado algo nuevo, un paseo en moto de nieve. Tuvimos que salir bien abrigados, más de lo normal porque con la velocidad sentiríamos más el frío y es que si a la temperatura promedio a la que estuvimos de -12ºC con sensación térmica de hasta -21ºC le pones viento, entonces sientes que la cara se te cae.
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Listos y cubiertos comenzamos el paseo en senderos blancos para luego a medio camino llegar a una zona alta y poder disfrutar de las vistas y de un paseo entre el bosque que nos llevaron a varias formaciones imponentes de rocas que vestían de blanco.
El paseo concluyó en un parque donde nos dieron la bienvenida con cantos rusos acompañados de acordeón y el tradicional pan y la sal, un tipo de recibimiento caluroso que significa prosperidad y salud donde el anfitrión usa sus mejores galas. El pan lo es todo, sin pan no hay comida, por eso el dicho ruso: “El pan es la esencia de la vida”. Por otro lado la sal era algo muy caro y difícil de conseguir, algo que incluso desató conflictos en el siglo XVII y que aún se recuerda y hoy en día se sigue ofreciendo a los invitados como algo especial. Esta tradición se lleva a cabo en varios países con raíces eslavas.
Este viaje estaba lleno de sorpresas y estas no paraban, venía una tradicional banya rusa, un baño tradicional equivalente al sauna donde se emplean ramas de abedul contra el cuerpo, luego de un rato los bañistas suelen salir al ambiente frío, sumergirse en agua helada o en nuestro caso, arrojarnos a la nieve. Lo ideal es usar un gorro para mantener la cabeza fresca. Este proceso se repite varias veces para así lograr una mejor circulación en la sangre y liberar toxinas, vaya experiencia.
Cerramos la noche con una buena cena y clases de helado con nitrógeno de vuelta en Belokúrija. Algo que tampoco había hecho y que me resultó muy interesante, no es por nada pero me quedó muy bueno. En mis historias de Instagram compartí mi experiencia a lo que alguien me comento de forma graciosa, – ‘¿No era más fácil sacarlo a la intemperie?’- algo que me pareció curioso y pensé, buena observación.
Cuarto y último día, un día que pintaba para triunfar pero resultó un fracaso en un inicio pero en una divertida lección, de qué estoy hablando, pues era día de deportes de nieve. Un servidor y la mayoría eligió hacer snowboard, sólo que sin saberlo Gemma y yo, el resto de los participantes y organizadores ya sabían cómo hacerlo. Nosotros no, el tema fue que incluso ponernos de pie en la pista fue complicado por la inclinación y nula experiencia. Al final logré ponerme en pie, deslizarme unos trayectos cortos pero nada como el resto que bajaba a toda velocidad por aquella pista. Al final logré cambiar mi sensación de frustración por la de satisfacción al saber que lo intenté y que espero en otro momento volver a probar con mejor suerte.
Empacar las nuevas experiencias para volver a casa fue difícil, despedirse lo fue aún más, cómo decirle adiós tan pronto a nuevos amigos y a la gente que te abrió su corazón para mostrarte que esta es una tierra fría pero de corazones cálidos, un lugar lejano al que siempre te recibirán con esa sonrisa que los caracteriza.
Gracias, Siberia. Aprendí a conocerte y a disfrutarte, deseo verte pronto.
¿Ya viste este video que hice de Siberia?.
¿Dónde me hospedé?
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